Mi personaje inolvidable

Una receta de sugerencias para elegir una aventura propia dentro de un sitio ajeno para no leer y juntar la leña y contar palabra por palabra lo que es sentarse a ver el fuego desde su origen hasta el termino de la algarabía por que sin lectores no habría protestantes... sin acordes ni canciones Bienvenidos, aquí ya comienza nuestro camino...















lunes, 21 de junio de 2010

Breve biografía incompleta

24/04/10

Salvador Hermosillo (6 de agosto de 1996-Actualidad) Ensayista y novelista mexicano, nacido en Jalisco. Estudia la secundaria en el Centro Educativo John Dewey. A pesar de que su materia favorita desde pequeño era la física, siente gran auge por las letras. Desde 2003 se dedica a escribir pequeños ensayos y alguna novela, de las cuales destacan La niña de las sombras (2008-2009) y una obra sin título junto a Héctor Castillo (2009-????).
Sin embargo, durante 7 años ha escrito diversos ensayos dando apenas sus primeros pasos hacia la literatura publicando sus obras en un blog por internet, a pesar de su gusto cultural (música metal, gótica y trova) cabe señalar sus ideologías, pensamientos y filosofías acomplejadas con las cuales cubre la mente de los lectores con obras aterciopeladas del género gótico romántico y algunas politeístas, dualistas y una que otra anarquista lo veremos escribiendo y riendo por las calles y avenidas de Jalisco.
Una de sus aspiraciones es estudiar en Alemania (país favorito desde 2001), crecer como persona, escribir un libro, engendrar una hija y morir con la música de teclado que haya compuesto.

Untitled

I´m lost in the darkness because you aren't with me, where are you? tell me now! why you and I can't be togetjher? all I need only you can will give me, but, when and where?

You are out me, 'cause we aren't in a wonder world, but we're thinking we'll be happy, and our dreams will be really...

Asesinos en el camino

Adaptación del texto original de Hector Castillo

¿En dónde estamos? , pregunté al conductor – No lo sé señor, tuve que desviarme para poder escapar- . Efectivamente, llevábamos más de tres horas en aquel camino, largo, casi interminable a través del bosque en el que nos perseguían 3 jinetes encapuchados en 3 corceles negros para asesinarnos.

¿Qué les hicimos?- nos preguntábamos entre nosotros; fue entonces cuando recordé aquel relato de la mujer del pueblo que estaba a aproximadamente a unas 20 millas de ahí. Nos detuvimos en ese pueblo a cenar, llevábamos ya 3 días de viaje comiendo solamente carne de conejo y paramos para cenar algo decente.

Me senté en la mesa del rincón a beber mi cerveza y a fumar de mi pipa, mientras leía se acercó a mí una mujer de edad avanzada preguntando a donde nos dirigíamos, le respondí que cerca, que a no más de 6 millas de ese pueblo, cruzando el bosque, apenas dije bosque la mujer se estremeció, me dijo que no pasara por ahí, que algo malo nos sucedería, que era mejor rodearlo. De inmediato la rechacé, le dije que si lo rodeábamos tardaríamos el doble del tiempo establecido.

Ella me contó una absurda historia que trataba de 3 jinetes que asesinaban gente porque los habían asesinado a ellos, algo así; no le puse atención porque me pareció demasiado fantasioso…poco después como desee haberla escuchado.

Era ya la medianoche y ya no se escuchaban los relinchos de aquellos caballos con ojos rojos, negros como el cielo que nos persiguieron por horas. El conductor fumaba y vigilaba, mientras nosotros, la expedición, estábamos sentados alrededor de la fogata.

Todos atentos a cualquier ruido que proviniera del bosque, pasó mucho tiempo, diría yo unas 3 horas, hubo unos que se quedaron dormidos; yo estaba a punto de dormir, pero escuche un galope salvaje y unos relinchos que me hicieron reaccionar de inmediato, tome mis notas, mi pipa y mis lentes y corrí hacia la carreta con otros 6 y al estar dentro, les gritábamos a los que dormían, pero su sueño era tan profundo que no nos escucharon. Decidimos dejarlos a su suerte.

El chofer golpeó a los caballos y salimos hechos una bala, nunca había ido tan rápido en carreta, llegue a pensar que hasta los caballos tenían miedo de aquellos seres de ultratumba.

Por mucho tiempo fuimos a toda velocidad, pero los animales empezaron a cansarse y el conductor no tuvo otra alternativa más, recurrir a las armas. Dio una espada a cada uno. Tome mis lentes, mis notas y mi pipa y los guarde en mi bolsa de viaje. Tome la espada y saltamos de la carreta. Los caballos siguieron por la senda hasta perderse de nuestras vistas.

Jamás había sentido tanto miedo. Podía escuchar los latidos de mi corazón. Mi respiración se aceleraba mientras los veía caminando directo hacia nosotros. Eran 3 contra 6, eso quería decir que podíamos enfrentar con 2 a cada jinete, pero ellos eran tan ágiles!, en especial uno, el más grande, el hirió a dos de mis compañeros en un solo movimiento. Los otros dos no se quedaban atrás, eran rápidos e impredecibles, podrías pensar que te atacarían por la izquierda pero te atacaban por la derecha, fue un combate épico. Mientras tanto el conductor y yo nos encargábamos del más pequeño clavando una de nuestras espadas en su cuello. Murió casi instantáneamente.

Los dos que estaban heridos, como pudieron, se alejaron. Quedaban 2 jinetes y 4 de nosotros. Tres nos fuimos encima del mediano, quien se defendía bien y nos atacaba a mis compañeros de igual manera, sin descuidarse ni un centímetro. Uno de los míos quiso atacarle por la espalda, desafortunadamente en una acción instantánea el jinete cortó su cabeza. El cuerpo y la espada cayeron al mismo tiempo. Mientras que la cabeza, la atrapó en el aire y la sostuvo entre sus manos, como si fuera un premio, un tesoro.

Por un momento se desconectó del mundo, solo observando su trofeo, mi acompañante aprovecho esto para clavar su espada directo al corazón de aquel despiadado ser; de pronto, se escucho la caída del cuerpo del conductor. Agonizaba en el suelo, y maldecía al más grande de los jinetes, mientras que el otro se reía a carcajadas. No decía nada, solo se reía. Mi compañero trató de ayudar al conductor, pero era demasiado tarde. Segundos después el conductor falleció. Solo quedábamos mi compañero y yo. Enfrente de aquel gigante encapuchado. De un movimiento corto el brazo izquierdo de mi amigo dejándolo tumbado en el suelo, intenté detenerlo cuando intentaba cortarle las piernas, pero fue inútil. Me empujó y tropecé con una rama. Solamente vi como cortaba todas y cada una de las extremidades de John. Yo lloraba mientras el otro gritaba de dolor. Un dolor que conmovía, un dolor que penetraba hasta los huesos. De pronto todo estuvo en silencio. Mi compañero había muerto. Miré al suelo y vi dos enormes botas negras que iban rumbo a mí. Sonreí, y todo se apagó.

Poco después supe que habían encontrado nuestros cuerpos mutilados, por lo menos la mayoría. Aquellos que estaban heridos tampoco pudieron salvarse de la muerte. Todos morimos. Solo quedaron mis notas, mis lentes y mi pipa en mi bolsa de viaje.