Mi personaje inolvidable

Una receta de sugerencias para elegir una aventura propia dentro de un sitio ajeno para no leer y juntar la leña y contar palabra por palabra lo que es sentarse a ver el fuego desde su origen hasta el termino de la algarabía por que sin lectores no habría protestantes... sin acordes ni canciones Bienvenidos, aquí ya comienza nuestro camino...















lunes, 22 de noviembre de 2010

De mi olvidada y amada

De una rosa y un clavel

yo le pido a esa mujer

caminar por el edén

y así jamás perder

Ojala me quiera

para poder vivir

y lo que yo temiera

no volvería a reír

De pasos pequeños

y esos recuerdos

a mi mente añejos

esos buenos momentos

A su tiempo lloramos

y juntos de la mano

casi enamorados

hacia el canto del piano

Amores cantando

de mis ilusiones

no queda nadie soñando

sólo mis contradicciones

Sí yo te doy una rosa

tú besas mi boca

como alguna cosa

que tu risa provoca...

viernes, 12 de noviembre de 2010

Desde tu claro parecer

Ave majestuosa al volar,
alma sollozante al gritar,
tus labios cortantes al amar;
éste amor callado al despertar.

Los gritos demandantes sueñan
con voces de otro mundo ruegan,
los niños por la vida juegan
de nuestros pasillos, besos vuelan.

Cosas tan hermosas desean
un humilde abrazo fraternal,
mentes despiertas te amaran
como yo en viento terrenal.

Dulces tus pensamientos
hermosa mujer con su mirada
a su aliento tan en concreto
de mil años sus largos besos.

Obscuridad tan temerosa
de mi amor tan de guerra
que si viejos mis recuerdos
tus cariños tan perplejos.

Cuantas miradas verticales
en la luz de tu alma
se esconden tras las rejas
perfumadas de brea.

Aquellas indecisas olas
que golpean la tierra
has de pisar el mundo
con tus pies tan moribundos.

Queridos paisajes de ayer
solo este es mi deber
que quererla tanto
mi trabajo debió ser.

Tan corta la respiración
y los perfumes divinos
colores tan sacros y bonitos
de mis poemas de amor.

Matando al horizonte
el sol ya tristemente
no volverá nunca más,
e incluso en mi morirá.

Operas de un engaño
jamás han de cantar
esos pájaros alegres
de las costas en malayo.

Otoños tan misteriosos
como el canto de tus senos
que conllevan a un secreto
de cientos de pulqueros.

Vaya centinela tan ardiente
como desierto de oriente
que quema hasta la frente
con muerte por verte.

Sepulcros tan radiantes
como el de mi mujer
que hasta en tumbas
ella es siempre fiel.

Condena por hermosa
a criaturas como yo
asesina de mi corazón
como amante o malhechor.

Desde el infierno escribo cartas
esperando de ella una cuartada
que no espero más al amarla
en una eterna encrucijada.

Y así bien yo la amo
o diría que yo te amo
ya que tu eres ella
como brillante estrella.

Ya de tu nombre sabemos
hermosa o mujer queremos
que Margot tu eres por siempre
y yo amándote como fiel presente.

Salvador Hermosillo

¿Qué cosa he hecho yo?

¡Qué cosa he hecho yo!
He gritado al amanecer,
pues en estos día
me he enamorado
de una niña tan bonita
que hasta su silencio
me arrebata la vida
hermosas sus caricias
como si fuera flor
su perfume de algodón
tan suave como un sueño

¡Qué cosa he hecho yo!
Pues de siempre te he querido
y como si fuese magia
ni tan evolucionada
la vida yo daría por ella
que bonito el paisaje
que se pinta a su alrededor
como un lucero por la mañana
como la luz de mi alma
será por ello qué la amo
o quizá simplemente le regale mi boca

¡Por qué has llegado a mi!
No me importa la respuesta
simplemente mi condena
pues de aquí yo te quiero
hasta terminar el mundo entero
ojala el viento juegue con tus cabellos
como de niño solía correr
así bien yo te amo
y el agua ha de correr
como dos almas oceánicas
por algo siempre te he de querer

domingo, 7 de noviembre de 2010

De cantinas y cantineros

Ahora coloquemos a nosotros mismos en un estado ebrio de palabras donde presentemos algunas circunstancias metafóricas sobre una vida prospera dentro del alago decadente de esos tiempos de antaño

Una silla café en medio del salón espera con frialdad, y misteriosita comenzaba a añorar los buenos vinos que servían en aquel lugar, a su respaldo dos insípidas y aburridas ventanas vigilaban la embriaguez de las sombras exiliadas, una luz, el cuarto se inundó de blasfemia y la pintura caída de las paredes cobraba las bienaventuranzas de los egocéntricos destellos que reclamaba el suelo.

La protección de la única entrada, las ventanas, llevaban colgando cuatro tiras de madera gris obscuro que entre sí formaban seis rectángulos, colgando del mostrador, una imagen del lugar, hacia la fotografía una pintura fresca de hace algunos minutos.

Se acercaba la noche y la silla aún helada renacía su olor a madera húmeda. Las lumbreras sin vidrios daban introducción a una laguna dentro del salón.

Las copas repletas de licor se derramaban sobre la barra que imaginaba la silla, vigilada por las ventanas una sobredosis de miedo y bajo las circunstancias la silla algunas astillas perdió, las gotas derramaban acido sobre sus patas, el fuego asesinaba su asiento y el viento de mil recuerdos se deshizo cuando la vela se apago.